CLARA
El ambicioso Chambelán, Pierres de Cruzat, emparentado con los Foix, buscaba vengarse de la decisión del Rey de no casar a doña Blanca, la nueva heredera al trono, con el candidato presentado por su familia.
Para ello, Pierres roba el Cáliz con el fin de devolverlo antes del domingo con una ligera modificación consistente en una firma falsificada del orfebre Jacques de Montpellier y el lema: “Francia siempre primera en mi corazón (Carlos III)”.
Con esto demostraría que el famoso Cáliz, símbolo de la lealtad y del amor del monarca por Navarra, fue, en realidad, obra de artesanos franceses y no navarros (un embuste que ya circulaba por la ciudad).
El Chambelán era el encapuchado que sobornó al Portalero Tomás para que cerrase el Portal del sur y así obligar al carruaje a ir por otro camino de extramuros donde sería más fácil asaltarlo (también así, el montaje para acusar al Panadero cobraba más fundamento). El Chambelán es un militar fuerte y curtido, y no le costó dejar fuera de combate al conductor y al guardia.
Para construirse una coartada, Pierres implica a su prometida, doña María de Nas, Camarera de la Infanta, a quien también le da la nota escrita en tinta invisible para que se la entregue a un orfebre llamado Jean-Paul. María se encierra en una capilla clausurada del Palacio para que nadie la vea durante ese tiempo.
Seguramente, el Chambelán planeaba fingir durante la misa que, al coger el Cáliz, se le resbalaba de las manos y que, entonces, uno de los grandes esmaltes del tallo se desplazaba dejando al descubierto la firma y el lema secretos.
Este descubrimiento, sin duda, sería tomado por muchos navarros como una verdadera ofensa, una burla intolerable que avivaría las sospechas hacia el Rey (de origen francés) y sus intenciones.
El germen de la desconfianza y la insatisfacción, en un momento todavía muy inestable, estaría sembrado.
Y ya se sabe: “A río revuelto, ganancia de pescadores”».